Las primeras fotografías a color, fueron realizadas en Francia en la década de 1860, pero el proceso era imperfecto, dado que incluía la necesidad de efectuar tres tomas diferentes para la misma imagen.
Los hermanos Lumiere, desarrollaron en 1904 la placa de cristal autocromo en el que se distribuyen millones de granos de fécula de patata, en cada color de uno de los tres colores: rojo, verde o azul, asociados en una superficie sensible. Obtienen así muestras positivas transparentes dando una imagen mucho más iluminada y natural con un soporte de papel opaco. Al igual que con la pintura puntillista, es la totalidad de la mirada la que forma el efecto del color y el encanto de estas fotografías.